viernes, 3 de diciembre de 2010


El grupo Apostólico de los monaguillos de la parroquia San Juan Bosco - Coro les desea un Prospero y año nuevo. Que este año sea de prosperidad y amor que reíne la paz y la alegría en todos los hogares de Venezuela y del mundo. Que no haya tristezas y desánimos para las situaciones que nos ofrece la vida. "QUE DIOS Y MARÍA AUXILIADORA NOS BENDIGA Y NOS GUARDE PARA SIEMPRE."

Si quieres ser monaguillo

Monaguillos

Grupo de monaguillos

Aquí podrás aprender y valorar todas las cosas que un monaguillo puede y debe hacer.

Así podrás querer más a Jesús, a quien sirves, y ayudar a los demás a que también le quieran más.
Si te gusta ser monaguillos estamos en la parroquia "San Juan Bosco de coro- estado falcon venezuela "
nos reunimos todos los viernes a las 4:30pm.
te esperamos¡¡¡¡

Nuestro Patrono

Domingo significa: El que está consagrado al Señor.

Entre los miles de alumnos que tuvo el gran educador San Juan Bosco, el más famoso fue Santo Domingo Savio, joven estudiante que murió cuando apenas le faltaban tres semanas para cumplir sus 15 años.

Santo Domingo SavioNació Domingo Savio en Riva de Chieri (Italia) el 2 de abril de 1842.
Era el mayor entre cinco hijos de Ángel Savio, un mecánico muy pobre, y de Brígida, una sencilla mujer que ayudaba a la economía familiar haciendo costuras para sus vecinas.
Desde muy pequeñín le agradaba mucho ayudar a la Santa Misa como acólito, y cuando llegaba al templo muy de mañana y se encontraba cerrada la puerta, se quedaba allí de rodillas adorando a Jesús Eucaristía, mientras llegaba el sacristán a abrir.
El día anterior a su primera confesión fue donde la mamá y le pidió perdón por todos los disgustos que le había proporcionado con sus defectos infantiles. El día de su primera comunión redactó el famoso propósito que dice: "Prefiero morir antes que pecar".
A los 12 años se encontró por primera vez con San Juan Bosco y le pidió que lo admitiera gratuitamente en el colegio que el santo tenía para niños pobres. Don Bosco para probar que tan buena memoria tenía le dio un libro y le dijo que se aprendiera un capítulo. Poco tiempo después llegó Domingo Savio y le recitó de memoria todo aquel capítulo. Y fue aceptado. Al recibir tan bella noticia le dijo a su gran educador: "Ud. será el sastre. Yo seré el paño. Y haremos un buen traje de santidad para obsequiárselo a Nuestro Señor". Esto se cumplió admirablemente.
Un día le dijo a su santo confesor que cuando iba a bañarse a un pozo en especial, allá escuchaba malas conversaciones. El sacerdote le dijo que no podía volver a bañarse ahí. Domingo obedeció aunque esto le costaba un gran sacrificio, pues hacía mucho calor y en su casa no había baño de ducha. Y San Juan Bosco añade al narrar este hecho: "Si este jovencito hubiera seguido yendo a aquel sitio no habría llegado a ser santo". Pero la obediencia lo salvó.
>". Los dos enemigos se dieron la mano, hicieron las paces, y no se realizó la tal pelea. Por muchos años recordaban con admiración este modo de obrar de su amiguito santo.
EucaristíaCada día Domingo iba a visitar al Santísimo Sacramento en el templo, y en la santa Misa después de comulgar se quedaba como en éxtasis hablando con Nuestro Señor. Un día no fue a desayunar ni a almorzar, lo buscaron por toda la casa y lo encontraron en la iglesia, como suspendido en éxtasis. No se había dado cuenta de que ya habían pasado varias horas. Tanto le emocionaba la visita de Jesucristo en la Santa Hostia.
Por tres años se ganó el Premio de Compañerismo, por votación popular entre todos los 800 alumnos. Los compañeros se admiraban de verlo siempre tan alegre, tan amable, y tan servicial con todos. El repetía: "Nosotros demostramos la santidad, estando siempre alegres".
Con los mejores alumnos del colegio fundó una asociación llamada "Compañía de la Inmaculada" para animarse unos a otros a cumplir mejor sus deberes y a dedicarse con más fervor al apostolado. Y es curioso que de los 18 jóvenes con los cuales dos años después fundó San Juan Bosco la Comunidad Salesiana, 11 eran de la asociación fundada por Domingo Savio.
En un sueño - visión, supo que Inglaterra iba a dar pronto un gran paso hacia el catolicismo. Y esto sucedió varios años después al convertirse el futuro cardenal Newman y varios grandes hombres ingleses al catolicismo. Otro día supo por inspiración que debajo de una escalera en una casa lejana se estaba muriendo una persona y que necesitaba los últimos sacramentos. El sacerdote fue allá y le ayudó a bien morir.
Al corregir a un joven que decía malas palabras, el otro le dio un bofetón. Domingo se enrojeció y le dijo: "Te podía pegar yo también porque tengo más fuerza que tú. Pero te perdono, con tal de que no vuelvas a decir lo que no conviene decir". El otro se corrigió y en adelante fue su amigo.
Un día hubo un grave desorden en clase. Domingo no participó en él, pero al llegar el profesor, los alumnos más indisciplinados le echaron la culpa de todo. El profesor lo regañó fuertemente y lo castigó. Domingo no dijo ni una verdad, el profesor le preguntó por qué no se había defendido y él respondió: "Es que Nuestro Señor tampoco se defendió cuando lo acusaron injustamente. Y además a los promotores del desorden sí los podían expulsar si sabían que eran ellos, porque ya han cometido faltas. En cambio a mí, como era la primera falta que me castigaban, podía estar seguro de que no me expulsarían". Muchos años después el profesor y los alumnos recordaban todavía con admiración tanta fortaleza en un niño de salud tan débil.
La madre de San Juan Bosco, mamá Margarita, le decía un día a su hijo: "Entre tus alumnos tienes muchos que son maravillosamente buenos. Pero ninguno iguala en virtud y en santidad a Domingo Savio. Nadie tan alegre y tan piadoso como él, y ninguno tan dispuesto siempre a ayudar a todos y en todo".
San Juan Bosco era el santo de la alegría. Nadie lo veía triste jamás, aunque su salud era muy deficiente y sus problemas enormes. Pero un día los alumnos lo vieron extraordinariamente serio. ¿Qué pasaba? Era que se alejaba de su colegio el más amado y santo de todos sus alumnos: Domingo Savio. Los médicos habían dicho que estaba tosiendo demasiado y que se encontraba demasiado débil para seguir estudiando, y que tenía que irse por unas semanas a descansar en su pueblo. Cada mes, en el Retiro Mensual se rezaba un Padrenuestro por aquel que habría de morir primero. Domingo les dijo a los compañeros: "el Padrenuestro de este mes será por mí". Nadie se imaginaba que iba a ser así, y así fue. Cuando Dominguito se despidió de su santo educador que en sólo tres años de bachillerato lo había llevado a tan grande santidad, los alumnos que lo rodeaban comentaban: "Miren, parece que Don Bosco va a llorar". - Casi que se podía repetir aquel día lo que la gente decía de Jesús y un amigo suyo: "¡Mirad, cómo lo amaba!".
Domingo Savio estaba preparado para partir hacia la eternidad. Los médicos y especialistas que San Juan Bosco contrató para que lo examinaran comentaban: "El alma de este muchacho tiene unos deseos tan grandes de irse a donde Dios, que el débil cuerpo ya no es capaz de contenerla más. Este jovencito muere de amor, de amor a Dios". Y así fue.
El 9 de marzo de 1857, cuando estaba para cumplir los 15 años, y cursaba el grado 8º. De bachillerato, Domingo, después de confesarse y comulgar y recibir la Unción de los enfermos, sintió que se iba hacia la eternidad. Llamó a su papacito a que le rezara oraciones del devocionario junto a su cama (la mamacita no se sintió con fuerzas de acompañarlo en su agonía y su fue a llorar a una habitación cercana). Y a eso de las 9 de la noche exclamó: "Papá, papá, qué cosas tan hermosas veo" y con una sonrisa angelical expiró dulcemente.
A los ocho días su papacito sintió en sueños que Domingo se le aparecía para decirle muy contento que se había salvado. Y unos años después se le apareció a San Juan Bosco, rodeado de muchos jóvenes más que están en el cielo. Venía hermosísimo y lleno de alegría. Y le dijo: "Lo que más me consoló a la hora de la muerte fue la presencia de la Santísima Virgen María. Recomiéndele a todos que le recen mucho y con gran fervor. Y dígales a los jóvenes que los espero en el Paraíso".
Hagamos el propósito de conseguir la hermosa Biografía de Santo Domingo, escrita por San Juan Bosco. Y hagámosla leer en nuestra familia a jóvenes y mayores. A todos puede hacer un gran bien esta lectura.

Domingo: ¡Quiero ser como tú!.

Un monaguillo debe ser....

SER MONAGUILLO



Ser monaguillo es hacer un servicio importante a la comunidad cristiana.

Ser monaguillo nos acerca más a Jesús y nos hace vivir más su amistad.

Ser monaguillo nos enseña a vivir como cristianos.

Ser monaguillo, desde luego, vale la pena.

NO ES CUALQUIER COSA



Ser monaguillo no es una cosa cualquiera.

Nosotros, los cristianos, nos reunimos todos los domingos para celebrar la eucaristía, la misa, que es el momento principal de nuestra fe. Y el mo¬naguillo es aquel que ayuda a que la misa del domingo se celebre mejor, que todo esté a punto, que todos los asistentes puedan rezar y celebrar como es debido.

Además de la misa del domingo, hay también otras celebraciones cristia¬nas, como la misa diaria, o los demás sacramentos, u otros momentos de reunión de la comunidad. El monaguillo, si se lo piden, ayuda también a estas celebraciones, para un mejor servicio a los que participan en ellas.

Y están también, de un modo especial, los grandes días de fiesta: la Semana Santa y la Pascua, la Navidad, la fiesta mayor... En esos días, más que nunca, el monaguillo debe procurar con todo su esfuerzo y sus capacidades que las celebraciones tengan la solemnidad que les corresponde, y todo esté mejor preparado que nunca.

Ser monaguillo no es una cosa cualquiera.

Porque con nuestra actuación, servimos y ayudamos a toda la comunidad de los cristianos. Como también la ayudan los que realizan otras tareas o ministerios: los lectores, los responsables de los cantos, etc. Y lo hacemos muy cerca de Jesús, muy cerca de la Palabra y de la Eucaristía que él nos dejó. Y así aprendemos, día tras día, a ser más amigos de él, más cristianos.
Ser monaguillo no es una cosa cualquiera. ¡Ser monaguillo es algo muy importante!

Por ello, vale la pena que te prepares bien, que lo hagas lo mejor de que seas capaz, que quieras ser un buen modelo para todos los que te vean, que ames cada día más a Jesús y cada día más a toda la gente que tienes a tu alrededor.

LA MISA, LA REUNIÓN PRINCIPAL



La misa o eucaristía es la reunión principal de los cristianos, y la labor principal del monaguillo (también llamado acólito) es precisamente ayudar a la misa. Por ello, vale la pena conocer bien qué es y qué significa para nosotros esa reunión.

La misa nace en la Última Cena de Jesús. Jesús, antes de su muerte, celebró una cena de despedida con sus discípulos. Y allí, alrededor de la mesa, les repartió el pan y el vino diciéndoles que eran su Cuerpo y su Sangre. Aquel pan y aquel vino, aquel alimento tan humilde, era su presencia viva para siempre, para que viviesen siempre muy unidos a él.

Y así, después de la resurrección de Jesús, sus seguidores comenzaron a reunirse cada domingo para escuchar la enseñanza de los apóstoles, para dar gracias a Dios, para repetir aquel gesto del pan y el vino, y para recibirle a él como alimento de vida eterna.

Y esta celebración prosigue hoy. Nosotros seguimos reuniéndonos cada domingo para hacer lo mismo que hacían los primeros cristianos. En la misa nos reunimos todos, cantamos, rezamos y, sobre todo, ha¬cemos las dos cosas principales que los primeros cristianos hacían: primero escuchamos la enseñanza de las lecturas de la Palabra de Dios, y luego participamos de la gran plegaria de acción de gracias en la que el sacerdote que nos preside repite los gestos y las palabras de Jesús, con las que el pan y el vino se convierten en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, que todos recibimos como alimento. Y finalmente, volvemos a la calle, a nuestra vida de cada día, para vivir como Jesús nos enseñó.

Para ser un buen monaguillo...

* Es importante que conozcas bien lo que es la misa y el sentido que tiene, así como también los demás sacramentos y celebraciones cristianas. Escucha atentamente todo lo que el sacerdote y los demás responsables te expliquen.

* Y es importante, también, que conozcas y sepas todo lo que tienes que hacer en la misa y cuándo tienes que hacerlo. Si algo no lo has entendido bien, no dudes en preguntarlo.

* Cuando estés en el altar, permanece siempre muy atento. Piensa que estás ante Jesús, y piensa también que estás delante de la gente. Si no estás atento, no harás bien lo que tienes que hacer, y encima distraerás a los demás.

* Sé buen compañero de los demás monaguillos, y haz lo que te digan tanto el sacerdote como los demás responsables de la iglesia, para que haya buen clima entre todos y todo funcione correctamente.

* Sé siempre puntual, tanto para llegar a la hora convenida antes de la misa o de las demás celebraciones, como en los días en que debáis reuniros para ensayar o para cualquier otra actividad.

* Recuerda que la gente sabe que eres monaguillo y que ayudas en la celebración de la misa. Lo que significa que deberías ser un poco como un modelo para todos: sé siempre, en la calle, en casa, en la escuela, una chico o una chica servicial, alegre, con ganas de ayudar a todos del mismo modo que ayudas al sacerdote en la misa.

* En definitiva, procura ser un buen cristiano, amando a Jesús y amando a los demás como él nos enseñó.

Oraciones para antes y despues de la misa

Oraciones

Oración para antes de la Misa
(se puede rezar con el sacerdote
en la sacristía antes de salir)

Señor,
Te doy gracias porque me llamas nuevamente a tu servicio.
En esta celebración que estamos a punto de empezar.

Ayúdame a estar muy atento
para reconocerte en seguida en la persona del sacerdote,
a escuchar con provecho tu Palabra,
a alimentarme dignamente con tu Cuerpo y tu Sangre,
y a reconocerte presente
en medio de la asamblea de los hermanos.

Ayúdame a servir a tu altar como tú mereces,
a hacerlo todo con diligencia y eficacia,
y, sobre todo, a hacerlo por tu amor.

Sí, que todo mi actuar sea, Señor,
expresión del amor con el que quiero amarte,
puesto que sólo en ti encuentro la paz y la alegría.

Ayúdame, Madre de Dios y madre mía,
tú que nos dijiste a todos: "Haced lo que él os diga".
Amén.


Oración para después de la Misa
(se puede rezar ante el Sagrario después de recoger)

Señor,bendito seas por el gran don de la Eucaristía.
Una vez más me has querido cerca de tu altar,
sirviéndote a ti y a los hermanos.

Gracias por tu Palabra, que me enseña
todo lo que has hecho y haces constantemente por mí;
gracias por el sacerdote, imagen tuya,
que eres el buen Pastor de todo el rebaño;
gracias por la comunidad de los hermanos,
que me ayudan a comprender que soy miembro de la Iglesia;
que una vez más nos has dado por amor.

Ayúdame, ahora,
al volver a mi casa y a mis obligaciones de cada día,
a ser buen cristiano.
Que sepa reconocer en cada persona a mi hermano,
que espera ser amado de todo corazón.
Así no me apartaré nunca de tu lado,
aquí en la iglesia y también fuera de ella.

Madre de Dios y madre mía,
intercede para que en todo lo que diga, haga o piense,
tu Hijo y Señor nuestro sea glorificado. Amén